martes, 27 de noviembre de 2012

LOS NIÑOS QUE SE QUEDAN HUÉRFANOS…

¿¿Cómo están ustedes?? Tal vez,  sigamos oyendo esta pregunta muchas veces más. Quizás a través de nuestro padre, madre, hermano, amigo… Pero estoy segura, que ninguno de ellos podrá plantearla con tanta magia como lo logró durante años Miliki. Esa pregunta ya no nos ocasionará la misma risa que cuando el GRAN MILIKI la hacía a todos los niños (y no tan niños) del mundo entero. Ya no nos transmitirá esa misma energía e ilusión que solo él sabía transmitir…

Tuve la suerte de conocer a Miliki y a su familia cuando era una niña. Dicen que los recuerdos de la niñez se quedan guardados en tu mente cuando han resultado ser acontecimientos que de alguna manera u otra han marcado tu vida. Para mí, la familia Aragón jugó un papel fundamental en mi infancia y en mi vida. No sólo por verlos en la tele y disfrutar con ellos en esa etapa, sino porque formaron parte durante una gran temporada de mi familia. Digamos que Miliki fue el padre “adoptivo” de mi hermano: José Manuel Guisado, más conocido como Mané o el chico del “tupé”. Un joven humilde con grandes ilusiones, enamorado del mundo del humor, un gran  luchador y sobre todo buena persona. Un chico que tuvo la gran suerte de toparse un día con la familia Aragón, de la cual surgió una bonita amistad y con los que tuvo la posibilidad de trabajar en varios proyectos.

Tengo el placer de afirmar que yo fui afortunada en comprobar la bondad de Miliki. El cariño que le tenía a los más pequeños. A mí me pellizcó la mejilla con cariño y me dio un beso en alguna que otra ocasión, por lo que me sentí la niña más afortunada del mundo. Me regaló parte de su simpatía y generosidad.

Pero no será ese el recuerdo prioritario que yo guarde de Miliki, no. Si hay algo que nunca podré olvidar de él será el amor y apoyo que le transmitió a una de las personas más importantes de mi vida, mi hermano. Gracias a Miliki y familia, mi hermano  Mané vivió los años más felices de su corta vida y cumplió muchos de sus sueños por los que tanto había luchado. Mi hermano falleció joven, sí, pero feliz gracias a los Aragón. Y para mi familia, ese es el mejor regalo que hemos recibido nunca. Los Aragón nunca dejaron de la mano a Mané, ni en el último momento. Siempre estuvieron dispuestos a quererlo y ayudarlo.

Lo que más valoramos en el mundo son todas las sonrisas y momentos de felicidad que mi querido hermano Mané pudiera llevarse consigo al cielo. Y para eso, créanme, no hay muestra de gratitud posible.

Nunca podremos expresar nuestro agradecimiento debidamente a esta familia que llamaba “hijo” y “hermano” a Mané y lo trataban como tal.

Por eso, si nos preguntan hoy ¿cómo están ustedes?, yo no sé vosotros, pero yo contestaré que triste. Los niños se han quedado huérfanos. Se ha ido el padre de la infancia feliz.  Y no creo que nadie trabaje con tanta intensidad como lo hizo Miliki para lograr una infancia tan inocente, bonita y llena de risas como necesitan los niños…

Mané estará esperándolo en el cielo con los brazos abiertos. Sé de sobra que se abrazarán y llorarán juntos. El único consuelo que me queda es que estaré más tranquila porque mi hermano estará protegido por Miliki, tanto o más de lo que estuvo aquí en el mundo de los mortales.

Solo quiero transmitir mi más sentido pésame a la familia y a todos los que quisieron a esta gran persona. Deja un legado muy importante y estoy segura que nadie lo podrá olvidar.

Y me despido planteando un humilde consejo para todo el mundo: Sean más persona como lo fue Miliki. Aprendan de él e intenten seguir su ejemplo. Porque recuerden, una infancia feliz marca la vida de toda persona. Y Miliki luchó para que cada niño tuviera una infancia feliz. No veo mejor trabajo e intención que trabajar para y por la felicidad de los niños…

DESCANSE EN PAZ EMILIO ARAGÓN BERMÚDEZ (MILIKI)

Rocío Guisado García

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