Tuve la suerte de conocer a Miliki y
a su familia cuando era una niña. Dicen que los recuerdos de la niñez se quedan
guardados en tu mente cuando han resultado ser acontecimientos que de alguna
manera u otra han marcado tu vida. Para mí, la familia Aragón jugó un papel
fundamental en mi infancia y en mi vida. No sólo por verlos en la tele y
disfrutar con ellos en esa etapa, sino porque formaron parte durante una gran
temporada de mi familia. Digamos que Miliki fue el padre “adoptivo” de mi
hermano: José Manuel Guisado, más conocido como Mané o el chico del “tupé”. Un
joven humilde con grandes ilusiones, enamorado del mundo del humor, un
gran luchador y sobre todo buena
persona. Un chico que tuvo la gran suerte de toparse un día con la familia
Aragón, de la cual surgió una bonita amistad y con los que tuvo la posibilidad
de trabajar en varios proyectos.
Tengo el placer de afirmar que yo fui
afortunada en comprobar la bondad de Miliki. El cariño que le tenía a los más
pequeños. A mí me pellizcó la mejilla con cariño y me dio un beso en alguna que
otra ocasión, por lo que me sentí la niña más afortunada del mundo. Me regaló
parte de su simpatía y generosidad.
Pero no será ese el recuerdo
prioritario que yo guarde de Miliki, no. Si hay algo que nunca podré olvidar de
él será el amor y apoyo que le transmitió a una de las personas más importantes
de mi vida, mi hermano. Gracias a Miliki y familia, mi hermano Mané vivió los años más felices de su corta vida
y cumplió muchos de sus sueños por los que tanto había luchado. Mi hermano
falleció joven, sí, pero feliz gracias a los Aragón. Y para mi familia, ese es
el mejor regalo que hemos recibido nunca. Los Aragón nunca dejaron de la mano a
Mané, ni en el último momento. Siempre estuvieron dispuestos a quererlo y
ayudarlo.
Lo que más valoramos en el mundo son
todas las sonrisas y momentos de felicidad que mi querido hermano Mané pudiera
llevarse consigo al cielo. Y para eso, créanme, no hay muestra de gratitud
posible.
Nunca podremos expresar nuestro
agradecimiento debidamente a esta familia que llamaba “hijo” y “hermano” a Mané
y lo trataban como tal.
Por eso, si nos preguntan hoy ¿cómo
están ustedes?, yo no sé vosotros, pero yo contestaré que triste. Los niños se
han quedado huérfanos. Se ha ido el padre de la infancia feliz. Y no creo que nadie trabaje con tanta
intensidad como lo hizo Miliki para lograr una infancia tan inocente, bonita y
llena de risas como necesitan los niños…
Mané estará esperándolo en el cielo
con los brazos abiertos. Sé de sobra que se abrazarán y llorarán juntos. El
único consuelo que me queda es que estaré más tranquila porque mi hermano
estará protegido por Miliki, tanto o más de lo que estuvo aquí en el mundo de
los mortales.
Solo quiero transmitir mi más sentido
pésame a la familia y a todos los que quisieron a esta gran persona. Deja un
legado muy importante y estoy segura que nadie lo podrá olvidar.
Y me despido planteando un humilde
consejo para todo el mundo: Sean más persona como lo fue Miliki. Aprendan de él
e intenten seguir su ejemplo. Porque recuerden, una infancia feliz marca la
vida de toda persona. Y Miliki luchó para que cada niño tuviera una infancia
feliz. No veo mejor trabajo e intención que trabajar para y por la felicidad de
los niños…
DESCANSE EN PAZ EMILIO ARAGÓN
BERMÚDEZ (MILIKI)
Rocío Guisado García
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